Inoue Enryo – Dr. Fantasma

Normalmente se nos explica el surgimiento de la filosofía como el tránsito del mito al logos. Ese pasaje, se nos dice, significó un avance del ser humano. El hombre ya no trataba de dar respuesta a los interrogantes de la realidad usando de narraciones y fábulas, sino que desconfió del relato y de sus protagonistas alados y se propuso observar la realidad fríamente, tratando de buscar en ella los principios y las causas naturales, aunque la realidad se le siguiera apareciendo ante los ojos como caótica, esquiva, sorprendente. Aunque el paso de la mitología a la lógica de los hechos observables se nos explica como un periodo del pasado, una narración más de lo que fuimos, lo cierto es que no hemos superado esa presumible infancia del pensamiento y, en verdad, la lógica de los hechos, la razón, sigue estando en eterna batalla con centauros y ninfas. En Occidente uno de los filósofos que ejemplifica esa lucha infinita entre el logos y los mitos es el bien conocido Immanuel Kant (1724-1804) que redujo esa lucha a una máxima – sapere aude! -¡atrévete a saber! No tan conocida entre nosotros es la figura de otro ilustrado, el filósofo japonés Inoue Enryo (1858-1919).

Inoue Enryo es una figura central para entender el proceso de modernización y de ilustración del Japón de la Era Meiji (1868-1912). Conocido entre otras cosas por ser el fundador en 1887 de la Academia o Pabellón de la Filosofía – Tetsugakukan [哲学館] remanente aún en lo que hoy en día es la Universidad de Toyo, y por su defensa de la filosofía como el método de indagación adecuado para el desarrollo del conocimiento, quizás no es tan conocida otra de las cuestiones que centraron su atención. Inoue dedicó gran parte de su trayectoria a luchar contra las supersticiones, contra el conocimiento teñido de fantasmas y apariciones que dominaba las creencias del pueblo japonés. Más de un siglo después de que Kant escribiera su obra Sueños de un visionario (1766) tratando de desmontar las visiones del sueco Swedenborg, Inoue se empeñó en demostrar, mediante diversas publicaciones acerca de Estudios sobre fantasmasYõkai gaku  [妖怪学], la inexistencia de los fantasmas que poblaban cuentos y tradiciones propias del folclore japonés y que insuflaban de falsedades las costumbres del pueblo japonés. Inoue creía que si el pueblo se mantenía aferrado a la superstición, sería incapaz de desarrollarse como sociedad, quedando enraizados a la vulnerabilidad y a una debilidad que, entre otras cosas, incapacitaría al país a enfrentarse al poderoso Occidente.

Con un sentido del humor impropio en muchos pensadores, Inoue menospreció las creencias supersticiosas asumiendo para sí muchas de sus evitadas prácticas y, mostrando, en definitiva, la inconsistencia de las mismas al no surtir efecto en su persona:

–  La entrada al pabellón de la filosofía estaba flanqueada por un yûrei [幽霊], un espectro, y un tengu [天狗], un duende, ambos considerados figuras de mal agüero.

–  Encaró la entrada de su casa en dirección noreste (kimon -鬼門), ubicación considerada origen de malos presagios.  

–  Su teléfono contenía el número 4, relacionado con la muerte en Japón y cuyo pavor se asemeja al que produce el 13 entre nosotros.

Por todo ello, por su incansable lucha contra la superchería, pasó a ser conocido como el Dr. Fantasma (Yõkai Hakase – 妖怪博士).

Aquellos interesados en saber más de Inoue y otros pensadores y de esa lucha entre ilustración y superstición, entre logos y mitos, pueden consultar: FIGAL, Gerald A., Civilization and monsters: spirits of modernity in Meiji Japan; Duke University Press: 1999.

Montserrat Crespín Perales