En la lectura, los inicios suelen ser importantes. En los transbordos entre lectores y libros, la correspondencia entre unos y otros puede depender de la primera frase, del primer párrafo, que decidirá nuestra mirada amistosa a sus letras o una definitiva enemistad.
El arranque de la novela Vita Sexualis. El aprendizaje de Shizu (1909) [Trad. Castellano en Editorial Trotta, 2001] del novelista MORI Õgai (1862-1922) produjo en mí, por suerte, el guiño amistoso. Y, además, un vistazo entre irónico y ruboroso al ver retratados, en unas pocas líneas, los rasgos de aquellos que nos dedicamos a la enseñanza de la filosofía y pretendemos, vanidosamente, escribir con ella y sobre ella:
El Sr. Shizuka Kanai es filósofo de profesión. Cuando se dice de alguien que es un filósofo, esta idea se asocia al hecho de que escriba libros. Aunque filósofo de profesión, el Sr. Kanai no está escribiendo nada. Se dice que su tesis de graduación en la facultad de literatura trató un tema inusual, una comparativa entre la filosofía india no-budista y la filosofía griega presocrática. Desde entonces no ha vuelto a escribir nada.
Ciertamente, el Sr. Kanai, como tantos otros filósofos de profesión, contraviniendo a Platón y emergiendo más como sofistas que como pensadores, quizás no escribe nada, pero habla mucho en sus clases en la universidad… En definitiva, que encontré demasiados paralelismos como para no seguir leyendo…
Vita Sexualis. El aprendizaje de Shizu es una novela muy breve de este escritor, MORI Õgai, que junto a NATSUME Sõseki (1867-1916), se conoce como una de las grandes personalidades literarias e intelectuales de principios del siglo XX en Japón. Mori simultaneó con éxito su carrera literaria con la de médico, traductor, filólogo y filósofo.
El protagonista de la narración, Shizuka KANAI, ese “filósofo que no escribe libros filosóficos”, parece, de hecho, un alter ego del mismo Mori. En unas pocas páginas, con fina ironía y humor, Mori narra la historia del descubrimiento del deseo sexual del personaje. El trayecto de la vita sexualis recorre la infancia del protagonista, desde los seis años y llega a los veinticinco, esa línea fronteriza entre la juventud y la edad adulta. Se debe decir también que la rememoración de ese aprendizaje personalísimo de la sexualidad no se queda en una mera descripción de la intimidad, el asombro o la inquietud sexuales. Tales recuerdos nos descubren un país, Japón, que como cualquier otro, contiene en sí espacios donde el retrovisor oculto de la sensualidad aparece oculto en las entrelíneas: las casas de té, los prostíbulos de los suburbios de Tokio, los matrimonios arreglados entre familias o el mundo (tan malinterpretado) de las geisha.
Vita sexualis se publicó originalmente en Julio de 1909 en la revista literaria dirigida por el propio Mori, Subaru. Pasados unos pocos días de la edición de la revista, la publicación y, por tanto, la novela, fue censurada y prohibida su venta. La narración descubría un país sin maquillajes y describía una época tras el reojo crítico del diario sentimental del protagonista. Los censores, movidos por la reprobación irreflexiva de cualquier temática enlazada con la sexualidad, vieron en ella, equivocadamente, un texto peligroso para la moral nacional japonesa.
Sin embargo, una lectura de sus palabras no nos ofrece signos ni de tal peligro ni de tal inmoralidad –en este soliloquio reflexivo sobre la sensualidad y los sentimientos, Mori nos acerca, desde una perspectiva humana y humanista, a ese camino que va de la infancia a la edad adulta donde la sexualidad, estando presente siempre, se va haciendo visible poco a poco. Una perspectiva que ironiza con un tema que otros intentan analizar fríamente o desde una abstracción ajena a la viva cotidiana, común, normal, de los deseos y las pasiones.
Esta es una novela para disfrutar, sonreír y pensar. Tan breve, permítaseme el símil, como algunas incursiones eróticas, pero a su vez, tan recordadas posteriormente como esas mismas experiencias fugaces.
Montserrat Crespín Perales