Cine chino: éxito comercial, rechazo del público

Hoy tenemos el placer de presentaros la cuarta de las cinco entradas que los colaboradores en el proyecto ZaiChina nos han preparado como autores invitados a nuestro blog. Se trata de una visión sobre la industria cinematográfica china y su relación con Estados Unidos que nos llega de la mano de Pello Zúñiga. Aquí encontraréis la serie completa de colaboraciones del equipo ZaiChina en nuestro blog. Y si estáis interesados en leer más articulos de Pello Zúñiga, casi siempre sobre cine, podéis hacerlo aquí. Como siempre, estamos encantados de contar con su colaboración. Esperamos que la disfrutéis.

Cine chino: éxito comercial, rechazo del público
Autor: Pello Zúñiga (ZaiChina)

¿Puede una industria sufrir el rechazo de su público objetivo pero aún así experimentar espectaculares cuotas de crecimiento? Olvidaros de vuestros patrones de lógica occidental… en China, puede.

China se ha convertido ya en el segundo mercado audiovisual del mundo, superando a Japón y sólo por detrás de Estados Unidos. Los datos son sencillamente abrumadores. China rodó oficialmente 588 películas en 2011 y estrenó cerca de 200 películas durante el año. La recaudación anual de taquilla se ha multiplicado por cinco, pasando de los 410 millones de dólares en 2006 a más de 2.000 millones en 2011, año en que se abrieron de media ocho pantallas nuevas AL DÍA en el país, hasta alcanzar las 10.700 actuales a nivel nacional.

Y esto parece ser tan sólo el principio.

A día de hoy, los ciudadanos chinos van de media al cine tan sólo 0,3 veces al año, cifra que deja entreveer a cientos de millones de personas en el ámbito rural que no han sido aún tocados por el milagro económico chino, pero podrían hacerlo pronto. En China, el 90% de los beneficios de una película provienen de la venta de entradas de cine, mientras que en países como EE.UU. la venta de entradas tan sólo supone el 30% de la recaudación total, siendo el otro 70% venta de DVD, merchandising, televisión y distribución internacional… un mercado aún por desarrollar en China y que está gravemente afectado por la piratería a la que los chinos están ya totalmente habituados. Si China lograra introducirse en este jugoso mercado, su industria audiovisual podría multiplicar exponencialmente sus ganancias.

Pero entonces, se preguntarán muchos con la ceja izquierda a medio levantar, ¿por qué yo no he visto ninguna película china el año pasado? Te alegrará saber, querido lector escéptico, que muchos ciudadanos chinos se preguntan lo mismo…

Y es que los ciudadanos chinos se muestran cada vez más despegados de su cine nacional, que muestra tanto su enorme potencial como su inmadurez. Blindadas por el proteccionismo audiovisual que permitía tan sólo el estreno de 20 películas extranjeras al año, las propuestas audiovisuales de China se han contentado con presentar guiones estériles, discursos oficiales y tratamientos poco creativos u originales.

Una nueva China urbana en constante transformación ha dejado paso al nuevo género favorito en las carteleras chinas, la comedia romántica, que durante 2011 parece haberse engullido al que parecía el dios inamovible de las taquillas en China: la película histórica de artes marciales. Este jaque mate doméstico cumple un propósito determinado y refleja claramente la realidad y deseos de la juventud del país, que se muestra cada vez más despegada de la tradición histórica de China y evoca ya un estilo de vida urbano y lleno de aspiraciones. Lamentablemente, este género importado de Estados Unidos no se ha esforzado por buscar su propia voz o reflejar el estilo de vida y la realidad del país. Al espectador occidental el experimento le resulta una fotocopia borrosa de mala calidad, mientras que el espectador chino se ha cansado rápido de ver en pantalla personajes sin gracia ni personalidad que hacen ostentación desmesurada de un estilo de vida que sólo podrán disfrutar durante la hora y media que dure la película.

El resto de propuestas, lisiadas por la censura y la inexistencia de un sistema de clasificación por edades que permita la especialización de géneros o historias, no logran tampoco satisfacer las demandas de una industria que a pesar de ello ha visto propulsados sus beneficios por cientos de millones de personas accediendo a lo que se conoce como la “clase media”, ansiosa de disfrutar y consumir ocio y cultura. Pero a este cohete, habitado por una sociedad que lucha por encontrarse a medio camino entre la tradición y la modernidad,  y propulsado hacia lo que les han asegurado será el espacio infinito, le falta volante y un sistema de navegación.

Personajes no creíbles, escenarios poco identificables y guiones carentes de vida y originalidad son las características de una industria audiovisual que no sabe, o no quiere, escuchar y hablar de tú a tú a sus generaciones más jóvenes, que se han refugiado en Internet, hogar del latente e ignorado talento creativo en China. Así, el público chino, cada vez más exigente e informado debido a la cada vez mayor apertura  social y cultural de China, ha dado la espalda a sus producciones cinematográficas, que cuentan con una prácticamente nula distribución internacional, para verse cada vez más seducidos por las (hasta el momento) escasas propuestas internacionales, que copan el ranking de las películas más vistas del año y recaudan el 50% de la taquilla anual. Es decir, 20 películas extranjeras recaudan lo mismo que los 200 estrenos nacionales.

Todo esto está a punto de cambiar, ya que EE.UU. ha logrado presionar a China a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para que estrene más películas extranjeras en el país, logrando 14 películas extranjeras más al año en las salas chinas. Con el casi doble de películas extranjeras en cartelera, las películas chinas corren el peligro de quedarse sin espectadores, las productoras audiovisuales de China sin ingresos y la industria audiovisual china podría derrumbarse de la noche a la mañana, con devastadores consecuencias para la cultura y economía del país.

Pero la industria y el gobierno chinos, acostumbrados a hacer ganancias en río revuelto, podrían ver en este acuerdo aparentemente perjudicial una inyección de capital, creatividad y experiencia.

En primer lugar, este aumento de películas extranjeras en los cines de China supondrá un impulso en el número de espectadores y en la recaudación de taquilla durante los próximos años, taquilla cuyo 75% aún queda en manos estatales.

En segundo lugar, una mayor competencia podría obligar a las productoras audiovisuales chinas (sin duda las grandes perjudicadas por la medida) a proponer películas más valientes y creativas, para tratar así de volver a ganarse el favor del público, dando alas a directores o historias ignoradas o vetadas durante años y permitiendo el acceso a la industria de una sedienta juventud que inunda los principales portales de video de Internet con cortometrajes y piezas llenas de creatividad y talento.

China está además aprovechándose del creciente interés de Hollywood por el mercado cinematográfico del gigante asiático para producir un creciente número de coproducciones entre Estados Unidos y China. Hollywood busca así un mayor acceso a un mercado en rápido crecimiento que podría ser de vital importancia para un Estados Unidos sobre el que sobrevuela el fantasma de la recesión, mientras que China busca mejorar la calidad de las películas nacionales y aprender la ciencia estadounidense detrás de la creación de grandes éxitos de taquilla. Por poner tan sólo algunos ejemplos, la productora china DMG Entertainmet ha anunciado ya la coproducción con la estadounidense Tristar Pictures de un thriller de ciencia ficción con Bruce Willis como protagonista y que se estrenará en 2012. La tercera parte de Iron Man 3, que producirá Disney con otra empresa China, incluirá características chinas y parte del rodaje de la película se realizará en el país asiático. Al mismo tiempo, James Cameron, que recientemente acudió al Festival Internacional de Cine de Beijing, está discutiendo la posibilidad de realizar Avatar 2 y Avatar 3 en coproducción con China. Y esto es tan sólo el comienzo de una tendencia que no hará más que crecer: empresas como Dreamworks y Warner Bros ya están buscando socios en China, algo que a corto plazo beneficiará a ambas partes. Una amistad entre las dos primeras potencias cinematográficas del mundo que podría cambiar el panorama audiovisual del siglo XXI.