Autor convidat: “La Embajada Keichō: el viaje de Hasekura a Madrid y a Roma”

Retrato de Hasekura en un grabado del libro de Scipione Amati Relation-und gründtlicher Bericht von deß Königreichs-Voxu-1617

Retrato de Hasekura en un grabado del libro de Scipione Amati Relation-und gründtlicher Bericht von deß Königreichs-Voxu-1617

Bienvenidos una vez más al ciclo sobre la Embajada Keichō y el período Namban. En esta ocasión, el profesor David Almazán Tomás, de la Unviersidad de Zaragoza nos trazará la evolución de la Misión Keichō hacia España e Italia.

La Embajada Keichō: el viaje de Hasekura a Madrid y a Roma

Durante los años 2013 y 2014 conmemoramos el 400 aniversario de la primera embajada japonesa a España. En Japón se conoce esta expedición como Misión Keichō, siendo este nombre el de la era japonesa en que se desarrolló, un importante periodo de la historia japonesa que comprende desde 1596 a 1615 y que políticamente supuso la consolidación de la unificación de Japón bajo el clan militar de los Tokugawa. La misión Keichō no estuvo auspiciada directamente por el shōgun Tokugawa sino por el gran señor, o daimyō de Oshû (Sendai), llamado Date Masamune. Fue promovida por el franciscano sevillano Luis Sotelo, que buscaba apoyos para intensificar una vía de evangelización de Japón diferente a la que previamente habían monopolizado los jesuitas. No era la primera vez que una delegación de la nobleza nipona llegaba a nuestro país, pues los jesuitas ya habían organizado anteriormente otra que salió de Japón en 1582 y que había sido recibida por el rey Felipe II. Este primer encuentro se conoce como Misión Tenshō y siguió la llamada ruta portuguesa, que partía en Nagasaki y pasaba por la India y África hasta llegar a Lisboa.

Durante las primeras décadas del siglo XVII hubo una reacción hispana frente a la supremacía lusa en las relaciones comerciales con Japón y se dieron varios intentos de fomentar las relaciones comerciales con Filipinas y Nueva España. Rodrigo de Vivero, que había sido gobernador general de las Filipinas, al naufragar en 1609 en costas japonesas aprovechó su estancia para esbozar un principio de acuerdo bilateral de comercio entre Japón y Nueva España. Por su parte, en 1611, el virrey de Nueva España, Don Luis de Velasco, envió a Japón una misión encabezada el general Sebastián Vizcaíno con el propósito de certificar un tratado comercial entre las dos orillas del Pacífico. En este contexto de apertura de Japón por una nueva ruta diferente de la portuguesa se enmarca la Embajada Keichō, que estuvo liderada por el mencionado Luis Sotelo, en la parte española, y por un samurái de bajo rango llamado Hasekura Rokuemon Tsunenaga, en la parte nipona.

Si bien a Sotelo le impulsaban razones evangelizadores, a Date Masamune, que nunca tuvo interés por el cristianismo e incluso autorizo persecuciones, le interesaba principalmente el desarrollo económico de sus dominios mediante el comercio directo con Nueva España (México), sin la intermediación de Manila. La expedición partió desde Sendai hacia Roma en octubre de 1613, llegando a Acapulco en 1614. Por tierra llegaron a ciudad de México, donde fueron recibidos por el Virrey de Nueva España, y desde Veracruz partieron rumbo a Sevilla cruzando el Atlántico, con un breve escala en Cuba. Llegaron a Sevilla, ciudad natal de Sotelo, el día 15 de octubre de 1614, con una fastuosa acogida. En 1615 la legación fue recibida en audiencia por el rey Felipe III en Madrid , ciudad donde Hasekura Rokuemon recibió el bautismo con el duque de Lerma como padrino, adoptando el nombre de Filippo Franscesco. En su periplo desde Madrid a Roma los japoneses visitaron varias ciudades, como Zaragoza, Lleida y Barcelona. En Roma fueron recibido por el Papa Paulo V y después visitaron varias ciudades italianas antes de regresar a España

El nuevo rumbo de la política del unificado Japón de los Tokugawa orientada al aislamiento internacional y la prohibición del cristianismo supuso que antes del regreso a Japón el éxito de la expedición fuera imposible. Los encuentros fueron cordiales, pero estériles para el fortalecimiento de relaciones políticas, comerciales y evangélicas. La expedición salió de España en 1616, salvo un grupo de once samuráis que decidió quedarse en Coria del Río (Sevilla). El líder japonés Hasekura Rokuemon no llegó de nuevo a Japón hasta 1620, quedando su gran aventura prácticamente en el olvido y sin reconocimiento alguno. Luis Sotelo no desistió en su intento de evangelizar Japón y también retornó en secreto Japón en 1622, sin temor a las persecuciones contra los cristianos, donde murió martirizado en 1624.

David Almazán Tomás

Universidad de Zaragoza