Seguimos con el ciclo de entrevistas sobre la Embajada Keichō y el período Namban. En esta ocasión, Muriel Gómez, de la Universitat Oberta de Catalunya, analiza el período Namban y la influencia de occidente en su vida cotidiana.
La impronta cultural de Occidente en la vida cotidiana japonesa del periodo Namban
Con la llegada en 1543 de los primeros portugueses a las costas japonesas de Tanegashima se iniciaba una época de cambios. Comenzaba así la conexión entre dos mundos. Dos mundos diferentes y distantes que empezaban a conocerse.

Teppō o arcabuces japoneses de la Era Edo
Con los Namban-jin, o habitantes de las “tierra de sur”, se introdujo una nueva religión, una nueva forma de luchar, conocimientos científicos, la introducción de la imprenta, la llegada de mercancías desconocidas, una reactivación del comercio, nuevos alimentos, nuevas y extrañas indumentarias, animales exóticos y desconocidos, pero también una auténtica revolución en la concepción de su entorno, del mundo que los rodeaba. Hasta ese momento su mundo, tal y como reflejaban los mapas japoneses, se circunscribía o limitaba a los países más cercarnos (los actuales China, Corea e incluso la lejana India), pero con la llegada de los europeos, por primera vez adquieren plena consciencia de la existencia de otros países y culturas, lejanas y muy diferentes.
El impacto de la llegada de los Namban-jin lo podemos visualizar través de los biombos Namban, por ejemplo, en la indumentaria y la alimentación. La llegada de los europeos y sus insólitas mercancías supuso la introducción de nuevos materiales y también que se pusieran de moda nuevos adornos y, muy especialmente, el “descubrimiento” de objetos desconocidos hasta ese momento: los botones y ojales.

El Tempura, un plato típico de la cocina japonesa
Mientras que la influencia occidental en la cocina japonesa, especialmente española y portuguesa, supuso un cambio importante con la introducción de nuevos alimentos y técnicas culinarias que se fueron adaptando al gusto del paladar japonés. Uno de los ejemplos más conocidos de esta fecunda relación la encontramos en uno de los platos que todo el mundo considera típicamente japonés, la tempura, que sin embargo fue introducido por los misioneros portugueses. O también se observa en la repostería y la confitería, conocidos bajo el nombre genérico de Namban-gashi, ya que, tal y como Luis Fróis señalaba, «mientras en Europa son los hombres amigos del dulce, los japoneses lo son de lo salado». (Fróis, L., Tratado sobre las contradicciones y diferencias de costumbres entre los europeos y japoneses (1585), ed. Ricardo de la Fuente Ballesteros, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2003, p. 75.)
Pero una de las mercancías más valiosas y apreciadas por los japoneses, y que tuvieron un mayor impacto en el desarrollo histórico del país, fueron las armas de fuego. Los barcos provenientes de la Península Ibérica llevaban cañones de defensa, y llegaron cargados también de arcabuces, unas armas de fuego de precisión y desconocidas para los militares japoneses. Su gran efectividad hizo que su uso se difundiera con gran rapidez por todo el país y que los artesanos japoneses intentaran reproducirlas.
Las armas occidentales tuvieron también un gran impacto en las técnicas de guerra japonesas, en el diseño de las fortalezas y en que la infantería empezara a ganar importancia en los ejércitos de los han más poderosos y con ella el desarrollo de la artillería. Esta revolución en el arte de la guerra supuso también un gran encarecimiento y, consecuentemente, que el número de daimyô con los recursos necesarios para afrontar estas batallas decreciera, favoreciéndose así las grandes alianzas entre señores y que finalmente Oda Nobunaga (1534-1582), con el apoyo de la familia Tokugawa entre otros clanes, consiguiera iniciar la reunificación del país.
La medicina, la astronomía, la navegación y construcción de barcos, etc. también vivieron una época de importantes cambios con el contacto e intercambio con los europeos. Unas técnicas y conocimientos que, como bien indican algunos historiadores, estaban directamente conectadas con la introducción del cristianismo por parte de los misioneros y, por tanto, muchas de ellas decayeron e incluso desaparecieron con la posterior prohibición del cristianismo a principios del siglo XVII.
Muriel Gómez Pradas
Universitat Oberta de Catalunya (UOC)