Desde el Programa de Estudios de Asia oriental dedicamos esta entrada del blog a presentaros un trabajo de investigación realizado por Salvador Medina con la supervisión de la profesora Anna Busquets. El trabajo se enmarca en el ámbito de las relaciones entre España y China y, en concreto, analiza el caso del jesuita Diego de Pantoja y, en concreto, analiza una carta escrita por este religioso en 1640 en la que da cuenta de vicisitudes que vivió en aquel país a la vez que incorpora abundante información acerca la vida y costumbres de la China de aquel momento, gobernada por la dinastía Ming.
Título: “Hibridación cultural y el discurso sobre China en el siglo XVII. El caso de Diego de Pantoja”
Autor: Salvador Medina
Las relaciones entre China y la Península Ibérica fueron especialmente intensas durante los siglos XVI y XVI a causa del expansionismo imperial, tanto de España como de Portugal. La iglesia católica, en pleno proceso de Contrarreforma, se embarcó en esa aventura colonial con el envío de misioneros, cuyo objetivo era convertir a la población china al cristianismo.
Diego de Pantoja fue uno de esos misioneros -jesuita, en su caso-, que permaneció en el país por espacio de dieciocho años, la mayor parte de ellos en Pekín, en una época en la que la entrada de extranjeros en China estaba vedada. En 1604 publicó una extensa carta en la que, además de dar cuenta de las vicisitudes que vivió desde su llegada al país, aportó información de primera mano sobre las costumbres y la vida en China durante la dinastía Ming. La recepción de su carta en Europa tuvo una notable repercusión en su momento, como demuestran las múltiples traducciones que tuvo en distintas lenguas. A la larga, alguna de sus opiniones acabaría influyendo de manera decisiva en la concepción europea sobre la cultura china.
En este trabajo nos hemos centrado en el proceso de hibridación cultural que sufrió Diego de Pantoja, y cómo el estrecho acercamiento a la cultura china que llevó a cabo le permitió adquirir una visión única de la realidad del país, de la que dejó constancia en una obra de indiscutible valor etnográfico, al tiempo que histórico. Su propia trasformación personal, fruto de la llamada “política de acomodación” jesuita, fue modulando algunas de sus opiniones, muchas de las cuales venían a contradecir la visión idealizada que se había difundido por Europa.
Como resultado, la obra de Pantoja contribuyó, por un lado, a dar forma a un discurso más cercano a la realidad china del momento, de la que fue testigo privilegiado; aunque vertió en su texto algunas críticas que, por otro lado, ayudaron a fijar algunos estereotipos que, como en el caso de las relaciones entre el color de la piel y la cultura, han perdurado prácticamente hasta nuestros días.
A pesar de la indiscutible importancia histórica que la figura de Diego de Pantoja ha tenido en las relaciones hispano-chinas, ha sido sólo recientemente cuando se le han empezado a dedicar estudios académicos. La razón de este olvido ha sido el reconocimiento exclusivo a Mateo Ricci, su acompañante y superior en la misión china, de los logros alcanzados.
Dado el carácter esencialmente histórico del trabajo, nos hemos basado para su elaboración tanto en la interpretación del texto que publicó, como en aquellas otras obras que pudieron influir en su visión sobre China. A partir del cruce entre estos textos, hemos intentado comprender el discurso vigente sobre el país en el siglo XVII para determinar cuál fue la aportación original de Pantoja.