Wang Xiaobo o la singularidad como obstáculo

wxbLa presentación del número 2 de RCT de la semana pasada en La Calders me devolvió a la memoria mi historia particular con Wang Xiaobo.

Yo vivía en Pekín cuando Wang Xiaobo murió en 1997. Gracias a la recomendación extraoficial de uno de nuestros profesores, había empezado a leer a Wang Shuo. Era el escritor que todo el mundo devoraba, aunque pocos lo reconocían en público. Descubrí así que existía un universo cultural paralelo al mundo utópico y algo naif que nos enseñaban en clase y deduje que había más escritores que explorar.

Recuerdo que me fui hasta la librería más cercana al campus y pregunté: ¿Tienen libros de escritores que sean como Wang Shuo? El librero no dudó un instante y regresé a mi residencia con un libro de Wang Xiaobo. Al leer sus ensayos, pensé que se trataba realmente un autor singular. En aquel momento no precisé tanto como hace Li Yinhe en el artículo incluído en el número de RCT: Wang Shuo escribe contra el sistema, Wang Xiaobo escribe fuera del sistema. Pero lo cierto es que sí percibí en ambos algo distinto, que explicaba su gran popularidad.

Recuerdo también que pensé que eran escritores que, precisamente por su condición de ídolos literarios, merecían ser conocidos fuera de China. Pero años después, cuando tuve la suerte de poder diseñar planes de estudio de asignaturas de literatura china contemporánea, nunca llegué a incluir a Wang Xiaobo entre las lecturas para los estudiantes. ¿Por qué?

Hasta hace poco Wang Xiaobo era un autor sin traducir, pero no creo que este fuera el obstáculo fundamental. El problema era más bien el carácter tan sui generis de sus obras, imposibles de encajar en ninguna de las categorías con las que la academia ha explicado el desarrollo literario chino de las últimas décadas. A pesar de gozar de una gran popularidad, la singularidad de su figura obstaculizó la divulgación de sus obras en el extranjero. Hasta el punto de que, en mi caso particular, el conocimiento de los manuales llegó a eclipsar el conocimiento que yo mismo había experimentado de primera mano. La presentación del pasado miércoles me hizo pensar que me había traicionado a mi mismo. Por suerte, el monográfico de RCT ha empezado a revertir la situación.