David Martínez Robles | Director del Máster Estudios de China y Japón
Hace ya bastantes años llegó a mis manos un artículo con el provocativo título de “Why Chinese is so damn hard“, escrito por un investigador de la Universidad de Michigan, David Moser. El artículo repasa algunas de las frustraciones que la mayoría de estudiantes de chino hemos vivido en algún momento, aunque con un tono desenfadado que en varias ocasiones levanta la sonrisa del lector. La conclusión, en cualquier caso, es que el chino es rematadamente difícil. Ahora bien, ¿es realmente tan difícil aprender chino?
Diría que una inmensa mayoría cree que sí. Por todas partes aparecen afirmaciones que dicen que el chino es la lengua más difícil que existe, o que incluso es imposible aprenderlo. Hay tres grandes argumentos que refuerzan esta posición:
- El chino es una lengua tonal y, como tal, los nativos de lenguas no tonales debemos hacer un sobre-esfuerzo que va en detrimento de nuestro aprendizaje. A ello hay que sumar un sistema fonológico que incluye sonidos que no existen en muchas de las lenguas de referencia de Occidente.
- La escritura china es muy compleja, aparentemente poco práctica, exige un esfuerzo de memorización enorme y, cuando se deja de practicarla, se olvida con frustrante facilidad. Frente a los 30 y pocos signos que tienen la mayoría de sistemas de escritura, la escritura china cuenta con decenas de miles, de los cuales unos 2.500-3.000 son de uso habitual. Ello sin duda ralentiza el aprendizaje del idioma.
- El chino tiene un volumen de léxico muy amplio que hace que cuando parece que estás a punto de alcanzar un nivel avanzado–porque eres capaz de comunicarte de manera eficiente en la gran mayoría de situaciones–te des cuenta de que todavía hay mucho camino por recorrer antes de poder leer un libro, comprender los titulares de un periódico, entender las noticias en la tele, o incluso las conversaciones entre hablantes nativos.