En la lectura, los inicios suelen ser importantes. En los transbordos entre lectores y libros, la correspondencia entre unos y otros puede depender de la primera frase, del primer párrafo, que decidirá nuestra mirada amistosa a sus letras o una definitiva enemistad.
El arranque de la novela Vita Sexualis. El aprendizaje de Shizu (1909) [Trad. Castellano en Editorial Trotta, 2001] del novelista MORI Õgai (1862-1922) produjo en mí, por suerte, el guiño amistoso. Y, además, un vistazo entre irónico y ruboroso al ver retratados, en unas pocas líneas, los rasgos de aquellos que nos dedicamos a la enseñanza de la filosofía y pretendemos, vanidosamente, escribir con ella y sobre ella:
El Sr. Shizuka Kanai es filósofo de profesión. Cuando se dice de alguien que es un filósofo, esta idea se asocia al hecho de que escriba libros. Aunque filósofo de profesión, el Sr. Kanai no está escribiendo nada. Se dice que su tesis de graduación en la facultad de literatura trató un tema inusual, una comparativa entre la filosofía india no-budista y la filosofía griega presocrática. Desde entonces no ha vuelto a escribir nada.
Ciertamente, el Sr. Kanai, como tantos otros filósofos de profesión, contraviniendo a Platón y emergiendo más como sofistas que como pensadores, quizás no escribe nada, pero habla mucho en sus clases en la universidad… En definitiva, que encontré demasiados paralelismos como para no seguir leyendo…